martes, 28 de abril de 2009

ROMERÍA 2009


UN MANANTIAL DE GRACIA
El Cabezo volvió a ser faro y altar, sagrario y púlpito, manantial de rumbos y de sueños, un lugar mágico que el último domingo de abril rezuma sentimiento romero
El Cabezo volvió a ser faro y altar, sagrario y púlpito, brújula e hipocentro, batuta y pauta, manantial de rumbos y de sueños, que todas las gentes, sin distinción de bandas o cetros, quisieron vivir de nuevo. Regenerados, purificados, llenos de gracia, cada cual se sitúa en el estamento trascendente que prefiere o tiene inculcado en la genética del alma, como desde el siglo XIII viene ocurriendo, frente a vientos y mareas, modas o caprichos, reglas o exigencias.
Ése es el milagro de la Virgen de la Cabeza. El último domingo de abril, en el corazón mismo del parque natural de la Sierra de Andújar, vino a ser una gigantesca ola de sentimientos cumplidos, una fuerza sobrenatural desbordada que vino a llenar tantos y tantos quereres, tantas identidades fraguadas de generación en generación. Y todo eso vino a suceder cuando la imagen pequeña y morena de la Virgen de la Cabeza salía de su templo en fervor de entusiasmos llevada con pasión, y un especial mimo abigarrado por sus anderos que, además, no son sólo los que son, sino que dejan un trocillo de varal para cualquiera que lo pide para cumplir tal o cual promesa. Ejercicio sublime y místico el de los anderos.
Antes, en la tarde noche del sábado, la imagen de la patrona de Andújar regresaba en olor de multitudes por el viejo sendero serrano de su viaje 'jubilar' a la ciudad iliturgitana. Instantes que quedarán en la retina siempre, sublimes momentos para los adentros de cada cual. La llegada al santuario fue un delirio. Mientras la Virgen era cambiada de manto, volviéndose a poner el estrenado en la pontifical, hubo instantes bellos. La escena se completaba con el coro de la Cofradía Matriz, que entonaba canciones que sangraban flores de jara y romero. Muchas lágrimas inundaban el templo.
El trajín nocturno
La noche, como siempre ha sido, con muchas romerías, muchas, hermosas. Estaba la del que cree que ir de carnaval es lo más; la del 'bacalao' en la plaza, que no es precisamente el sitio para esto -que haya bacalao, si se quiere, pero por otra parte-. Pero estaba la del que se divierte sanamente con su grupo, la de las caretas, la de las gentes sencillas de tantas y tantas cofradías que sostienen uno de los pilares más hermosos de esta romería, y que son cada vez más. Ahí estaba Almería, que ya tiene ubicación para su casa, o Torredelcampo, animoso en corporación para pronto ser cofradía.
También está la romería de quienes acogen a cualquier peregrino necesitado de un servicio, de una orientación, de un plato de sopa. Están las cofradías como Torredonjimeno, o el Carpio, Granada o Sevilla, y muchas otras con actos muy emotivos internos en la noche del sábado que hacen desbordar las lágrimas. Hay también quienes creen que esto es su cortijo privado. Gentes con ofrendas y velas con encargo de parientes o amigos que no podían venir; gentes que entienden que dejándose la piel y la sangre de las rodillas es como mejor escucha la Madre; gentes que querían tener, tras horas en la cola, un instante callado con la Morenita en el camarín. Como dijo Matías Prats Cañete, «la procesión va por dentro, por fuera, la romería».
Pero es esa secular grandeza que la se genera en este lugar, en este enclave simpar del Cabezo, en estos momentos del último fin de semana de abril, con la presencia grandiosa de la Morenita, que todo lo envuelve y que llena de armonías todos los resquicios que pueda haber. Presidiendo los tiempos, tan alta y tan cercana, la Morenita salió de su templo haciendo del gentío una fragua de sentimientos, hermosos, armónicos, al rojo vivo, que hieren el alma con el más supremo gozo.
Alguien, viendo pasar a la Reina de Sierra Morena, se acordaba del pregón del padre Domingo: «Te pedimos gran Señora, te pedimos noche y día, que por muchos contratiempos que tengamos en la vida, llevemos el gran consuelo de tenerte como madre en esta sierra bendita» y océano se hacían sus ojos.
José María González, el presidente de la Cofradía Matriz, es un mar de entusiasmos. La visita a Andújar, el camino, la misa pontifical, la misa principal de Romería y la procesión por el cerro y su entorno, todo está saliendo a pedir de boca. El tiempo que estuvo anunciado como revuelto dejó que todo fuera en pos de la más grande de las excelencias. Hasta el milagro se cumplió, y fue entrar la sagrada imagen y comenzar a caer una insistente lluvia.
Sobre las andas
Sobre las andas, los trinitarios Sergio García de la comunidad de Sevilla y el padre superior de la comunidad trinitaria de Andújar, en un rito secular acercaban prendas y niños que los romeros alzaban con fe. Los dos trinitarios hicieron una hermosa y ardua labor, que después se paga en los días siguientes pero que les compensa al tener tan cerca las miradas de los peregrinos que, al tener a su altura la imagen de sus fervores, se abren de par en par en un sueño de ilusiones. La lluvia de pétalos desde el balcón del santuario o desde algunas casas de cofradía, el paso por las calles de las carretas, fueron momentos muy vibrantes. Toda la espera de un año se cumplía en los devotos llegados de todas partes. Este año por el Cabezo se han visto muchos pañuelos al cuello, que es el pañuelo oficial del Año Jubilar, diseño, como el del logotipo de este acontecimiento, de Juan Alonso Montoro.
Sublime la tarea de las fuerzas de seguridad, de Protección Civil, de agentes de medio ambiente, de voluntarios del programa Santuario Natural, trabajadores municipales, Infoca, camareros... Hay que quitarse el sombrero ante ellos, porque a su trabajo hay que añadirle un plus de algo más, de fe, de ganas de colaborar con el sueño de tantos romeros. Sin ese plus de estos profesionales las cosas no saldrían tan perfectamente. Igual que a esos casi 200 trinitarios que atendiendo muchas tareas han acompañado la efusión fervorosa de los romeros.
Un año más todo vino a cumplirse y un sueño legendario comenzado en 1227 sacralizó la sierra y puso en los hondones de miles y miles de romeros un surtidor de esencias que tiene muchas lecturas, pero todas hermosas.

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